Iniciando el hábito del club de las 5 AM: día 14, domingo

 Me pidieron el divorcio y que me vaya de la casa. Ya no llevo la cuenta de cuántas veces en estos 15 años, e incluso antes de casarme, me pidieron que me fuera. Recuerdo que cuando estaba pololeando se me venía el mundo abajo, pensaba que todo estaba perdido. Últimamente me amargaba más por el futuro y por qué iba a pasar con mis hijas y con mi señora también.

Hoy debo confesar, que no se si lo que siento al respecto está bien o mal. Creo que está bien pero tal vez esté equivocado. Como en estas dos semanas he ido practicando un poco de mindfulness, que en palabras simples consiste en escuchar tu respiración y calmarte, mientras me atacaban y me pedían que me fuera de la casa, yo internamente luchaba en mantener mi auto control y calmarme. Eso, sinceramente enfureció más aún a mi interlocutora porque interpretó, al menos eso dijo, que a mi no me pasaba nada ni me importaban sus reproches.

El gatillante reciente comenzó por un comentario en redes sociales de terceros, pero que ella considera que le afecta directamente, ha permitido que le afecte cada día más y ha sido un detonante interno para discutir. Claro, a mí, con este intento de nuevos hábitos de autocontrol, nueva disciplina y calma, no me afectó mucho y eso le complica más aún. Pero ayer mientras me cuestionaban y retaban, me puse a pensar en que esto es solo un detonante más, como varios anteriores, que quizás signifiquen que realmente deba dar un paso al costado en el matrimonio y dejar que las cosas sigan su camino.

Pero tampoco tengo mucho interés en ello. La más motivada, aparentemente con la separación es mi señora, sobre todo cuando las emociones la superan y se enoja conmigo. Yo antes, también me enojaba y me daban ganas de irme. Me aguantaba, pero ahora no es algo que me motive mucho. Si tengo que hacerlo, creo que puedo, ya que no sería la primera vez y además estoy desarrollando una actitud interna y personal de salir adelante a pesar de la dificultad que se presente. Esta sería una dificultad importante pero habría que enfrentarla.

Por otro lado, lo que si me interesa, es el futuro de mis pequeñas. Y ahí es cuando uno comienza a pensar en si es bueno seguir enfrentando desencuentros y discusiones, o si es mejor dar un paso al costado, incluso por el propio bien de ellas. Al respecto, y basado en la experiencia anterior, es muy probable que no pueda verlas por mucho tiempo y que se lleve a cabo una campaña de desprestigio importante en mi contra. Desprestigio que me preocupa por ellas y por el daño que eso les causa, pero hoy no es algo que me preocupe por mí mismo. Se quién soy y creo que puedo salir adelante. Y quiero pensar que ellas también lo lograrán.

No es la forma en la que me hubiese gustado terminar mi relación con mi familia y aunque inicialmente pienso que no depende de mí, la razón me recuerda que somos responsable de todo lo que nos sucede. Ahí la tarea pendiente es encontrar la respuesta para ver en qué fallé (tengo varias sospechas) pero principalmente en qué hacer para no seguir fallando. Por ahora, intentaré mantener la calma y evaluar mis acciones con tranquilidad y evitando el rencor y resentimiento. No es sencillo, pero así son los cambios supongo, difícil al inicio, desordenados a la mitad y buenos al final.

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