Iniciando el hábito del club de las 5 AM: día 13, Sábado

 Hoy es el segundo sábado que desarrollo el hábito de levantarme a las 5 de la mañana y al salir al patio a pasear unos segundos a los perros por si quieren ir al baño (últimamente ya no lo hacen), el aire, la oscuridad, y en parte el frío, me recordaron la sensación que he tenido cuando he madrugado para ir de viaje durante las vacaciones. Una sensación mezcla de esfuerzo pero de mucho entusiasmo por lo que se viene en esos viajes. Sensaciones que me recuerdan momentos que he disfrutado y es rico sentir eso aunque sea por unos segundos.

Eso me hace pensar en la importancia de atesorar bonitos momentos en la infancia que te acompañen para el resto de la vida y me desafía a ver qué hacer con mis niñas este fin de semana para que vivan algún momento significativo distinto a su rutina de siempre. Además, el domingo pasado la semana terminó con un reclamo de mi señora por lo mismo, por el exceso de computador de la familia y la falta de aire libre. No tengo la respuesta exacta pero ya se me ocurrirá alguna actividad para salir de la rutina.

El sábado pasado me costó incorporarme porque pensaba en que no tenía día de oficina, las niñas no tienen día de colegio y quizás no era necesario levantarse a las 5, pero la costumbre está empezando a llegar de a poco y un pensamiento me ayudó. Este hábito es para mí mismo, es para mi bienestar y si no me levanto hoy a las 5, lo pongo en riesgo y en consecuencia me perjudicaría yo mismo.

Es difícil ir en contra de toda una vida pensando que los sábados y domingos, o en general, cuando no hay colegio u oficina, te debes levantar más tarde, como por obligación. Nos dicen que debemos descansar, pero al final terminamos descansando del descanso. Descansando de no hacer nada. Anoche, por ejemplo, me fui a acostar y no tenía mucho sueño. La costumbre me hacía querer hacer algo en el computador o en el teléfono y no se me ocurría otra alternativa. Para otros puede ser la televisión o cualquier otra cosa, quizás salir a bailar, a tomar, a pasar un rato con los amigos en un viernes en la noche. Así que hice el esfuerzo de pensar en una alternativa y me di cuenta que tenía mucha ropa limpia sin guardar. Una ropa que me había molestado toda la semana porque desde el lunes que no se guardaba, en parte por que no tenía interés ni ganas y en parte porque no había encontrado un tiempo adecuado para hacer esa tarea. Así que la ordené, y fue realmente placentero cuando terminé la tarea y vi el lugar limpio y ordenado.

Quise darle una sorpresa a mi señora, que durante 15 años se ha dedicado a esa misma tarea día tras día y efectivamente cuando subió a dormir y vio que la ropa ya no estaba, se puso bien contenta y me dio las gracias. Mencionó que estoy cambiado. Ahora mi desafío es seguir así, porque no basta con un solo día, sino que debe ser un permanente. Pero saben, al principio es difícil, pero después se va acomodando todo, como parte de una rutina y además, mientras más uno lo hace, más va mejorando la técnica.

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