Iniciando el hábito del club de las 5 AM: día 4
Esta semana tuve un partido de futbolito en la oficina, lo que sumado a los ejercicios matinales, me tiene un poco adolorido. De todas formas dicen que el dolor muscular significa que hay algunos micro desgarros y que en su recuperación el músculo debería hacerse un poco más fuerte. Poco a poco voy notando que puedo hacer un poco más de flexiones de piernas, o al menos las hago con un poco menos de dificultad, aunque no es tanto el cambio aún. Lo que sí ha sucedido, es que luego de jugar futbolito me volvió a doler harto el talón del pie de apoyo en la mañana siguiente, pero ya en este segundo día de dolor, me duele muchísimo menos, lo que significa que el cuerpo se recuperó mucho más rápido que algunos meses atrás en este mismo año que había pasado por una situación parecida.
Retomando el tema que nos convoca les puedo contar que por cuarto día consecutivo he logrado levantarme a las 5 de la mañana. Si señores, aunque como dice el libro, todo cambio es difícil al comienzo, desordenado en el medio y hermoso al final, creo que el día de ayer las mayores dificultades las tuve a la hora del almuerzo, ya que luego acostumbro con mis compañeros más cercanos, dar una breve caminata por las instalaciones del trabajo, y me dio un sueño tremendo a tal nivel que tuve que sentarme un rato en el suelo para recuperarme. Una de las cosas que me tenía desanimado, es que debía presentar ante el jefe, un sistema que aún no estaba listo, tal como me había comprometido con mi equipo. Eso me tenía muy bajoneado y sin mucha solución, aunque tenía toda la fe de que algo haría para salir de la situación.
Ya muy cerca del plazo límite, fui donde una compañera del equipo a explicarle la situación y juntos acordamos un plan de acción para presentar al jefe. Este último, también se sumó a las soluciones y se lo tomó bien. Quizás el síndrome del impostor me embargó y pensé que lo que teníamos realizado era menos de lo que se esperaba, pero cuando mostré el sistema quedaron más o menos conformes. El compromiso fue solucionar lo antes posible lo que falta e implementar luego. El resto de la tarde, un poco más tranquilo y animado, me dediqué a realizar modificaciones en dicho sistema y me sentí mucho mejor.
En el plano familiar, les adelanté ayer que le diría a mis hijas cuanto las quiero. Algo esbocé cuando se fueron al colegio y creo que estuvo bien. Más tarde por la noche, al llegar de la reunión de apoderados, fui un poco crítico con mi hija mayor ya que bajó un poco sus calificaciones. En realidad más que la nota final, me tiene preocupado hace harto rato que sus hábitos están mal encaminados. Dedica mucho tiempo al celular, algo que yo también he hecho por años. Mi desafío en ese sentido, es encontrar la forma de convencerla de que aprenda a regular aquello, a pesar de su edad, tal como yo intento hacerlo. Por ejemplo, en estos cuatro días, durante la primera hora de la victoria, que prefiero llamar la primera hora del triunfo para que mi señora no se vaya a confundir pensando que victoria es el nombre de alguien (porque no lo es), no uso el teléfono para ver mis redes sociales. Apenas lo uso para apagar la alarma y ver de vez en cuando la hora y controlar las 3 etapas de 20 minutos.
Ya llevo dos días también evitando las pantallas azules al menos una hora antes de dormir. Incluso intento de que sean 2 o 3. Por ahora, comienzo en el momento de pasear a mis mascotas, donde solo escucho el audiolibro que estoy por terminar. Luego ayudé un poco lavando los platos, también escuchando por un oído el libro, y finalmente me fui a dormir escuchando unos minutos más, pero luego apagando todo para descansar. Curiosamente anoche me dormí rápidamente, y desperté un par de veces menos pero esta vez no me fijé en qué hora era. Creo que eso me ayudó a dormir mucho mejor que en los días previos.
Finalmente, quiero registrar que ayer no fue un día tan productivo. Inicié la mañana con ganas pero me puse a conversar sobre este tema con dos colegas que son muy disciplinados y referentes para mí en su orden y forma de trabajo. Invertí casi media hora en aquello y se me anduvo desordenando la mañana porque seguí animado interactuando con otros compañeros sobre temas varios y al final avancé poco. Luego me tuve que ir a una clase con estudiantes, donde intenté hacer lo mejor que pude. Y finalmente me visitaron otros estudiantes para recibir un premio. En ambos casos, me encanta compartir con ellos, y creo que fue un buen ejercicio intentar escucharlos y no rebatirlos tanto con mi posición. Después de todo soy una autoridad para ellos y a veces se me olvida eso e intento convencerlos a toda costa de lo que pienso sin escuchar mucho su opinión. Ayer me di cuenta conscientemente de ello e intenté hacer una pausa en mis argumentos y dedicarme a escucharlos. Fue un ejercicio interesante que debo profundizar dentro de lo posible.
Hoy se viene un día corto en lo productivo laboralmente hablando. Después de almuerzo hay misa, unas video llamadas que se esperan muy aburridas y termino con una reunión con estudiantes donde debería preparar algo. Espero hacerlo más tarde. Me ha costado reflexionar en estas líneas sin hablar del trabajo.
Otra nota, volviendo a lo familiar. Mi señora me dijo anoche que le gustó que ayer le ayudara en algunas tareas domésticas temprano por la mañana pero que al levantarme temprano no puede evitar escuchar mis ruidos, el olor del pan en el horno y el paso de la aspiradora por lo que me pidió que deje la puerta cerrada de los dormitorios para que esos ruidos molesten menos. Lo hice y espero que esté funcionando.
Ahora, vamos por los 20 minutos de crecimiento, porque los 20 minutos de ejercicio y los 20 de reflexión posterior, ya pasaron hace rato.
Un abrazo y gracias por leer hasta aquí.
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