Parece que se puede
Nunca he sido bueno para bailar. Al contrario, yo era de los que se quedaban sentados toda la noche mirando como los demás se divertían.
Muchas veces esta situación me molestaba, pero no había solución efectiva. Algo parecido me estaba sucediendo de nuevo con el tema de los llamados telefónicos y las ventas en mi trabajo. La timidez y la personalidad me jugaban una mala pasada a la hora de llamar por teléfono.
El viernes en la fiesta del banco me lancé a la pista a moverme al ritmo de Angel Torres, y bailé con mis compañeras de oficina. Muy simpáticas ellas, como siempre. Lo pasé súper bien.
El sábado fui por cumplir a una clase de salsa, para no fallarle a mi amigo G, y terminé bailando con una de las niñas más interesantes de las que estaban presentes, dejando de lado por supuesto a nuestra pequeña amiga C que hizo pareja con G. Parece que sí se podía.
La verdad es que no estaba muy convencido, pero ya estaba ahí y había que atreverse. Había que intentarlo y concentrarse al máximo para que saliera. Nada de pensar en mis limitaciones históricas de personalidad, coordinación e incluso talentos varios. Incluso por un momento hasta me costó menos que a otras personas presentes, más habituales en materia de baile.
Ahora me voy a la oficina con la sensación de que no está todo perdido. Hay que atreverse porque parece que sí se puede, y aunque no me guste mucho, o me duela la guata pensar en ciertas actividades, ya comprobé que hay que tirarse no más y pensarla menos.
Lo mismo con la innombrable que retomé desde ayer. No tengo mucha fe en el resultado final, pero la clave es dar de una vez los primeros pasos, para poder seguir avanzando.
Muchas veces esta situación me molestaba, pero no había solución efectiva. Algo parecido me estaba sucediendo de nuevo con el tema de los llamados telefónicos y las ventas en mi trabajo. La timidez y la personalidad me jugaban una mala pasada a la hora de llamar por teléfono.
El viernes en la fiesta del banco me lancé a la pista a moverme al ritmo de Angel Torres, y bailé con mis compañeras de oficina. Muy simpáticas ellas, como siempre. Lo pasé súper bien.
El sábado fui por cumplir a una clase de salsa, para no fallarle a mi amigo G, y terminé bailando con una de las niñas más interesantes de las que estaban presentes, dejando de lado por supuesto a nuestra pequeña amiga C que hizo pareja con G. Parece que sí se podía.
La verdad es que no estaba muy convencido, pero ya estaba ahí y había que atreverse. Había que intentarlo y concentrarse al máximo para que saliera. Nada de pensar en mis limitaciones históricas de personalidad, coordinación e incluso talentos varios. Incluso por un momento hasta me costó menos que a otras personas presentes, más habituales en materia de baile.
Ahora me voy a la oficina con la sensación de que no está todo perdido. Hay que atreverse porque parece que sí se puede, y aunque no me guste mucho, o me duela la guata pensar en ciertas actividades, ya comprobé que hay que tirarse no más y pensarla menos.
Lo mismo con la innombrable que retomé desde ayer. No tengo mucha fe en el resultado final, pero la clave es dar de una vez los primeros pasos, para poder seguir avanzando.
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